Venus, ¿el hermano de la Tierra?

Siempre me ha llamado la atención el hecho que el planeta Venus, pese a que algunos autores se han empeñado en llamarlo el hermano o el gemelo de la Tierra, sea uno de los menos conocidos por la mayoría de las personas. Hoy en día hay mucha más información sobre Saturno, Plutón o Júpiter y sus lunas, que sobre este fascinante planeta.

Pese a su espectacular presencia durante el amanecer o el atardecer, como Lucero de la Mañana o de la Tarde, la gente no interesada específicamente en la astronomía conoce muy poco sobre sus características. Su nombre proviene de la diosa romana de la belleza (la Afrodita de los griegos) y es el astro de mayor brillo en el cielo después del Sol y la Luna (magnitud aparente -4.4), pudiendo ser observado durante el día. El parecido de Venus con la Tierra se reduce a que su masa, tamaño y en alguna medida su composición son semejantes, pero allí termina el parentesco.

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Venus desde su órbita

Venus es un mundo rodeado de densas nubes compuestas principalmente por gases de efecto invernadero, como el dióxido de carbono (96 %), más una pequeña cantidad de nitrógeno (3%) y otros gases, que lo dotan de su brillo y particular belleza, pero que hacen que el calor del Sol quede retenido, haciendo que su temperatura se haya elevado hasta un promedio de 463.85ºC, suficiente como para fundir el plomo, lo que lo convierte en el planeta con la atmósfera más caliente del Sistema Solar, siendo su presión atmosférica 90 veces superior a la de la
superficie terrestre, semejante a la presión que existiría, según mis cálculos, a unos 675 metros si nos sumergiésemos en el mar, suficiente para aplastar un submarino convencional.

Por si solas estas características hacen que sea un mundo muy diferente al nuestro,
aproximándolo al aspecto que según algunos escritores tendría el Infierno. Si a eso le sumamos nubes compuestas por gotas de dióxido de azufre y ácido sulfúrico, fuertes vientos, volcanes, queda claro que la noción de Venus como nuestro planeta hermano o gemelo, no es muy acertada que se diga.

Pero allí no terminan las diferencias con la Tierra.

La rotación sobre su eje es muy lenta (hasta ahora no se sabe la razón), lo que determina que posea el día más largo del Sistema Solar, equivalente a 243 días terrestres. Además es dextrógiro, es decir, gira en el sentido de las manecillas del reloj, lo que implica que allí el Sol sale por el oeste y se oculta por el este. Tampoco se sabe con certeza el origen de esta característica, aunque podría ser el resultado de la colisión con otro cuerpo en un pasado remoto.

Su período orbital es de 225 días y está sincronizado de tal manera con su rotación, que nos presenta siempre la misma cara cuando la Tierra y él se encuentran a menor distancia (conjunción inferior). No tiene ningún satélite conocido, lo que hace que junto con Mercurio, sean los únicos 2 planetas del Sistema Solar que no poseen lunas.

El campo magnético es muy débil comparado con el del resto de los planetas y se piensa que eso es debido a su lenta rotación, insuficiente para formar el sistema de «dinamo interno» de hierro líquido. Eso hace que el viento solar golpee su atmósfera sin ser filtrado al no tener un paraguas magnético protector como la Tierra.

Se piensa que en una época remota Venus tuvo tanta agua como nuestro planeta y
condiciones de habitabilidad, pero que por el debilitamiento del campo magnético perdió esa agua cuando el viento solar, que lo golpeaba directamente sin ninguna barrera, disocio el vapor de agua de la atmósfera superior en hidrógeno y oxígeno, escapando el hidrógeno al espacio por su poco peso molecular.

En cuanto a su geología, el 90 % de la superficie parece ser basalto solidificado recientemente (en términos geológicos) con muy pocos cráteres de meteoritos. Se piensa que no tiene placas tectónicas móviles como la Tierra, pero que en su lugar se producen masivas erupciones volcánicas que inundan de lava fresca su superficie. Descubrimientos recientes muestran que sigue volcánicamente activo.

La exploración de Venus estuvo bastante activa entre los años 60 y los 80, período durante el cual fueron lanzadas numerosas misiones a ese planeta.

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Imagen  de Venus tomada por la Venera 9

La primera nave rumbo a Venus fue la sonda soviética Venera 1, la cual fue lanzada el 12 de febrero de 1961, convirtiéndose en la primera nave espacial lanzada hacia otro planeta. Lamentablemente su misión fue un fracaso debido a un fallo en la telemetría.

La primera nave en llegar efectivamente a ese planeta fue la norteamericana Mariner 2, que era la nave de respaldo de la Mariner 1, que también falló poco después del lanzamiento. El 14 de diciembre de 1962 la Mariner 2 se acercó a unos 30º por encima del lado oscuro del planeta y pasó por debajo de este a una distancia de 34.773 km, enviando datos sobre su atmósfera, campo magnético, entorno de partículas cargadas y su masa.

La primera nave en alcanzar la superficie fue la Venera 3, que se estrelló contra Venus el 1 de Marzo de 1966. La primera misión en aterrizar con éxito fue la Venera 7, que midió temperaturas superficiales entre 457 y 474º C.

El primer satélite artificial de Venus fue la Venera 9, que entró en órbita en torno al planeta el 20 de Octubre de 1975. Esta misión llevaba un vehículo de descenso que logró aterrizar con éxito, enviando las primeras fotografías de la superficie. Su sistema de fluidos para distribuir el calor le permitió sobrevivir por 53 minutos.

Los últimos miembros del Programa Venera, fueron la Venera 15 y la Venera 16, lanzadas el 2 y el 7 de Junio de 1983, construidas para cartografiar con radar la superficie de Venus.

En 1978 la NASA envió la sonda Pioneer Venus, que consistía de un orbitador y una
multisonda, compuesta de una sonda atmosférica mayor y 3 sondas más pequeñas. Aunque no se suponía que ninguna sonda lograse sobrevivir a su entrada en la atmósfera, una de ellas logró sobrevivir en la superficie por 45 minutos. El objetivo principal de la misión era estudiar la interacción de la ionosfera de Venus con el viento solar.

Los soviéticos continuaron sus planes de exploración de este planeta con las misiones Vega 1 y Vega 2, lanzadas el 11 de junio y el 15 de junio de 1985, con experimentos enfocados en la composición de los aerosoles de las nubes y su estructura. La corteza de Venus fue analizada con un experimento por taladros y espectrómetros de rayos gamma. Puesto que los vehículos de aterrizaje no transportaban cámaras, estas misiones no proporcionaron imágenes de la
superficie. Como dato curioso estas misiones desplegaron globos aerostáticos que flotaron a 53 km de altura, durante 46 y 60 horas respectivamente. Es la primera referencia que tengo de que se hayan usado globos en la exploración de otro planeta.
Las naves Vega continuaron su viaje para encontrarse nueve meses más tarde con el cometa 1P/Halley, misión para la cual transportaban 14 instrumentos y cámaras adicionales.

La sonda norteamericana Magallanes llegó a Venus el 10 de Agosto de 1990 realizando medidas por radar de la superficie y obteniendo mapas de una resolución de 100 m en el 98 % de este. Después de una misión de cuatro años, la sonda Magallanes, tal como estaba planeado, se sumergió en la atmósfera el 11 de octubre de 1994 y se vaporizó en parte, aunque se supone que algunos pedazos de la misma sobrevivieron a la caída.

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Imagen por radar de Venus

La ESA manejo la misión Venus Express, lanzada el 9 de noviembre de 2005, para estudiar la atmósfera y las características de la superficie desde la órbita, permaneciendo operativa hasta el año 2015.

La JAXA (Agencia Japonesa de Exploración Espacial) lanzó la misión PLANET-C el 20 de mayo de 2010, pero la nave no pudo frenar lo suficiente en su acercamiento a Venus, terminando en una órbita solar.

Otras misiones se han aproximado a ese planeta para incrementar su velocidad mediante un impulso gravitacional, obteniendo de pasada algunos datos. Entre ellas están la Galileo a Júpiter, la Cassini-Huygens a Saturno y la Messenger a Mercurio.
Por lo que se no hay nuevas misiones planificadas para Venus en un futuro próximo, ya que parece que el interés se ha concentrado en Marte, Júpiter- Saturno y sus lunas, misiones a asteroides y búsqueda de exoplanetas.

Existes numerosas referencias históricas, religiosas y mitológicas sobre este planeta, pero fue a finales del siglo XIX que se popularizó la idea de un Venus cubierto eternamente por grandes nubes, húmedo, selvático y posiblemente habitado por extrañas criaturas y seres inteligentes. A esto contribuyó grandemente su protagonismo en obras de ciencia ficción de celebres autores como Ray Bradbury, con su relato corto La Larga Lluvia (1950) o Isaac Asimov con su representación de un Venus pantanoso en su novela Los Océanos de Venus, de 1954.

Mención aparte merece Edgar Rice Burroughs, el padre del célebre Tarzán de los Monos, que le dedico una serie completa de 5 novelas, en las que le dio el nombre de Amtor, publicadas entre 1934 y 1964.

La transformación de un planeta que en épocas muy remotas posiblemente tenía abundancia de agua y condiciones de habitabilidad, en un mundo muerto y con condiciones extremas, debido al efecto invernadero, debería ser algo que nos llame la atención, no estemos promoviendo, con el uso indiscriminado de los recursos de la Tierra, las condiciones que nos transformen en otro Venus y allí, si es que queda algún superviviente, si tendríamos que llamarlo con razón nuestro planeta hermano.

Jesús Sanabria

@AstronomiaFacil


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